Bueno, os dejo mi crónica personal del día de ayer, en la que se incluye el evento.
Amanece nublado en Vitoria, con temperatura algo más fresca que en días anteriores, 18 grados (serán 26 en Donosti, y 23 en “Portu”). No obstante, los albores naranjas de la mañana quedan cálidamente plasmados en los edificios bajos de enfrente de casa, en contraste con los cúmulos grises del fondo que encapotan el cielo y amenazan lluvia. Y así es poco después, como queriendo saludar la reciente entrada del otoño. No llegará a mayores, ya que aunque la lluvia se presenta densa amaina pronto y no la volveremos a ver el resto del día.
Salimos hacia Donosti a las 9:30, para llegar a las 10:45 el anterior Kutxaespacio de la ciencia, hoy Museo Eureka, para asistir a la 1ª clase de un cursillo de astronomía al que se ha apuntado mi mujer, que se alargará a lo largo de algunas semanas. Tras algo más de 2 horas de conceptos astronómicos y un poco de historia antigua , vuelta al coche, hasta Sopuerta (hora y media más), donde celebraremos de forma retrasada el 15 cumpleaños de mi hija pequeña, en familia. La comida no es nada del otro jueves (aunque hoy sea sábado), una alubiada con sus respectivos sacramentos, pero no por eso deja de estar sabrosa. Sin llegar a probar el postre, el conocido y caneloso flan casero de la tía de mi mujer, me apunto al siguiente traslado, mi cuñado tiene que llevar a su hijo a jugar un partido, y de paso, me dejarán a la entrada de “Portu” (lugar de su residencia y la de mi suegra).
En Portugalete, me acerco hasta el puente colgante para hacer algunas tomas, con el fin de amenizaros algo más el vídeo (lo estoy preparando, pero me hace falta algún tiempo). Subo a la pasarela superior, desde hace relativamente poco transitable, aunque justo antes de abordar el ascensor, contemplo fugazmente el lanzamiento de un osado practicante de “puenting” (nunca mejor dicho), no consigo encender la cámara a tiempo para grabar el descenso (estoy perdiendo facultades). Se está celebrando algún acto solidario del que no tengo ningún dato, y por eso tienen montados arriba los arneses. La recogida del lanzado se efectúa a nivel del agua, en la ría, desde una barca. Cruzo hasta el lado de Getxo-Las Arenas, y coincido al descender en el ascensor con uno de los lanzados. Lo ha hecho por primera vez (y última) y se le ve descolocado, como sin acabar de asumir lo vivido, dice que se le ha subido la sangre a la cabeza.
Vuelco a cruzar, esta vez en la barquilla, hasta la margen izquierda (“Portu”), y ya me desplazo hasta Zubialde. Son las 17:45. A la entrada, un par de chiquillas reparten una cuartilla para votar el módulo favorito del público. Una vez traspasado el umbral, compruebo la distribución, tal como se comentaba en el folleto circulando por Internet: unas vitrinas expositoras a la entrada, básicamente de fabricantes nacionales, en las que me detengo a sacar unas fotos, los puestos de venta en los laterales, y de la mitad hacia el fondo el serpenteo de los módulos. El ambiente se ve animado, con bastante afluencia de público, lo que dificulta en ocasiones el poder realizar una toma razonable (el pulso ya empieza a fallarme), y la competencia es exhaustiva, móviles, cámaras fotográficas, réflex con vídeo, videocámaras, tablets…, en fin, dichosa tecnología.
En primer término los módulos de André Pinat, muy bien conseguidos, con multitud de detalles y figuras, representando en ocasiones lo que supongo zonas emblemáticas para el autor de los ferrocarriles franceses, que lamentablemente no tengo el gusto de conocer. A continuación, parte de la representación zaragozana, y así sucesivamente por la extensa lista que recorre buena parte de la geografía española. Algunos de los módulos repiten los de hace dos años, como es lógico, y que ya conocéis de vuestras visitas respectivas, otros son para mí novedosos. Me detengo algo más de tiempo en el que representa la antigua estación del muelle de “Portu”, “La Canilla”, junto a los “Prácticos”, reconstruida por TrenMilitaria, también muy lograda. Y después recorro los puestos por si aprecio material que me atraiga. Hago la compra que ya tenía prevista (el Ter de Mabar y un decoder en “Treneléctrico”), y vuelvo a los módulos de Pinat. El amable jubilado me sugiere, en francés, poner en funcionamiento la tornamesa, con el fin de que la tome en vídeo, cosa que agradezco con el consabido “merci” (hasta ahí llego). Y en los de los maños, pido permiso para apoyar sobre el terreno mi Hero3 (videocámara deportiva), adquirida antes del verano, a la que todavía tengo en rodaje; resulta difícil mantener el pulso con una cámara tan pequeña, pero espero sacarla partido en distintos ámbitos (ya he hecho algún que otro pinito –no con trenes-, que si alguien quiere ver están en mi canal de youtube “jcedlh”: “el cielo en Zabalgana” y “golf en Izki”). Veremos lo que me aporta.
Finalmente abandono el local sobre las 19:45, para trasladarme en metro a Bilbao, donde esperan con el vehículo mi mujer y mis hijas, que se han acercado hasta allí con mi otra cuñada (desde Sopuerta), a hacer algunas compras. Recogemos el coche del parking de Indautxu, y vuelta a Vitoria, donde llegamos sobre las 21:30, después de dejar a la mayor en el centro.
Concluida la Vuelta al País Vasco, eso es todo, que nos es poco. Saludos.
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